Información sobre el abuso de psicofármacos

Qué debes saber sobre los psicofármacos

Los psicofármacos son sustancias químicas que repercuten directamente en el Sistema Nervioso Central, con el propósito de modificar el estado de ánimo. Gran parte de los psicofármacos actúan modificando la concentración de los neurotransmisores en la sinapsis cerebral, o impidiendo su efecto bloqueando determinados receptores. En definitiva, los psicofármacos modifican el comportamiento de ciertas neuronas.

¿Qué tipos hay?
  • Ansiolíticos y sedantes: Disminuyen los síntomas de ansiedad y agitación. Entre ellos, las benzodiacepinas.
  • Antidepresivos: Disminuyen los síntomas derivados de los Trastornos Depresivos Mayores. Entre ellos, los ISRS, los IMAO o los antidepresivos tricíclicos.
  • Estabilizadores del estado de ánimo: Utilizados en los Trastornos del Estado de Ánimo, como el Trastorno Bipolar, entre otros.
  • Antipsicóticos o neurolépticos: Disminuyen los síntomas de Trastornos Psicóticos.
¿Qué efectos producen a corto plazo?

A corto plazo, los ansiolíticos o los antidepresivos producen alivio de la tristeza o de la ansiedad. El efecto positivo inmediato de los psicofármacos hace que queramos volver a tomarlos cuando experimentemos de nuevo el malestar emocional para, precisamente, evitar esas sensaciones. Este mecanismo se conoce como refuerzo negativo (nos quitamos algo que nos molesta).

¿Qué efectos producen a largo plazo?

A medida que continuamos tomando el mismo psicofármaco con frecuencia, sentiremos que no conseguimos el mismo grado de alivio del principio. Necesitamos subir ligeramente la dosis para sentir los mismos efectos positivos. Este fenómeno se conoce como tolerancia.

Del mismo modo, podemos llegar a sentir que el psicofármaco es la única herramienta eficaz para sentir alivio y para poder funcionar de forma exitosa en nuestras tareas. Además, podemos experimentar ciertos síntomas de abstinencia cuando tratamos de reducir el consumo del psicofármaco, que se traducen en ansiedad muy elevada, o pensamientos continuos en relación a la toma del fármaco. Este fenómeno se llama dependencia.

Aunque el objetivo principal de los psicofármacos es actuar sobre el Sistema Nervioso Central, también tienen efecto en otras zonas del cerebro. Algunos efectos secundarios que se pueden dar son la somnolencia, las alteraciones en el apetito, o la sensación de embotamiento, entre otros muchos.

Por lo tanto, es fundamental que la toma de psicofármacos esté indicada y prescrita por personal sanitario con cualificación para tal fin, y que esta figura realice un seguimiento exhaustivo del tratamiento. La automedicación con psicofármacos puede llegar a producir tolerancia, dependencia y, por lo tanto, una conducta adictiva que no solucionará nuestros problemas, sino que los esconderá y, además, generará otros.

¿Qué pasa si tomamos alcohol y psicofármacos?

Si nos encontramos tomando psicofármacos, hemos de saber que la ingesta de alcohol provoca alteraciones en su funcionamiento. Este efecto puede producirse si se consumen ambos elementos simultáneamente, o si se consume uno y horas después se toma el otro.

El alcohol puede potenciar el efecto del medicamento, o bien anular o disminuir el efecto del fármaco, convirtiéndolo en algo dañino para el cuerpo.

Además, la ingesta conjunta de alcohol con psicofármacos puede provocar múltiples consecuencias. Estas pueden ir desde mareos, dificultades en la motricidad, falta de memoria o sentimientos muy intensos de depresión, hasta dificultades para respirar, efectos secundarios graves relacionados con el corazón, o aumento del riesgo de sobredosis.

Fuente: National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism.

¿Los psicofármacos ayudan a dormir mejor?

Aunque los ansiolíticos y los antidepresivos nos ayudan a conciliar el sueño más fácilmente, a medio y largo plazo es posible que experimentemos mayor tolerancia al fármaco y dependencia hacia el mismo para conseguir dormir. Además, los psicofármacos pueden producir efectos secundarios no deseados, o interacción con otros medicamentos que estemos tomando. Por lo tanto, es fundamental que la toma de psicofármacos esté indicada y prescrita por personal sanitario con cualificación para tal fin, y que esta figura realice un seguimiento exhaustivo del tratamiento.

 

¿Qué debe haber y qué no debe haber en nuestro botiquín?

Un botiquín contiene las medicinas y los productos necesarios para disminuir las molestias que no requieren atención médica. En este sentido, debemos tener en nuestro botiquín…

  • Suero fisiológico para lavado de heridas o hacer lavados nasales y oculares. Mejor en mono dosis para desechar el sobrante una vez utilizado y así evitar contaminación del producto.
  • Antisépticos como clorhexidina acuosa o povidona yodada (betadine) para evitar la infección de las heridas.
  • Accesorios como termómetro, tijeras de punta redondeada, o pinzas para la extracción de cuerpos extraños.
  • Jeringa desechable para lavados de heridas y de fosas nasales, y para las dosificaciones pediátricas de medicamentos.
  • Tiritas, gasas estériles, esparadrapo y vendas.
  • Sales de rehidratación oral para deshidratación en diarreas o vómitos en personas en la infancia y la vejez.
  • Pomada para quemaduras superficiales y crema para las quemaduras solares.
  • Pomada para escoceduras de la piel, como la dermatitis del pañal.

Los medicamentos que podemos tener en nuestro botiquín son aquellos destinados a paliar el dolor leve y moderado, y disminuir la fiebre. En concreto, podremos tener. En el caso de que estos medicamentos no fueran lo suficientemente efectivos para paliar estas molestias leves, es necesario pedir cita en nuestro centro de salud de Atención Primaria.

Un botiquín NO es una farmacia. Tampoco es el lugar donde se guardan las medicinas de uso diario de los miembros de la familia (tratamientos para la hipertensión, colesterolemia, depresión, problemas cardiovasculares, etc.). Estas medicinas deben estar en otro sitio de la casa.

Los productos que NO debemos tener en nuestro botiquín son…

  • Medicamentos caducados o en mal estado (que hayan cambiado de aspecto, que estén sin prospecto o sin envase original).
  • Restos de tratamientos anteriores. Una vez termina el tratamiento, han de desecharse los restos de medicación que ha sido prescrita. Los medicamentos han de tirarse en el punto SIGRE de nuestra farmacia.
  • Antibióticos. No debemos tener ni cajas completas sin usar ni sobrantes de tratamientos anteriores.
  • Tratamientos habituales de la familia. Estos medicamentos han de guardarse en lugares distintos del botiquín para evitar confusiones.
  • Material estropeado (pinzas oxidadas, termómetro estropeado, etc.).

Fuentes:

Departamento de Salud del Gobierno Vasco

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